dos vasos de whisky japonés con el fondo desenfocado

WHISKY JAPONÉS

Sentado en una butaca orejera y luciendo un esmoquin, Bob, una estrella del cine que ha sido reclamado en Tokio para liderar una campaña publicitaria, dirige su mirada a la cámara durante el rodaje de un anuncio de whisky. Con su mano izquierda agarra un vaso, que contiene dos dedos de esta bebida, antes de decir: “Un momento de relax es un momento Suntory”

Esta escena forma parte del guión de la película Lost in Translation (2003), que fue dirigida por Sofía Coppola y protagonizada por Scartlett Johansson y Bill Murray. Este último, precisamente, es quien interpreta a Bob en esta cinta de éxito estrenada en el año 2003.

Entonces, aquella marca de whisky se dio a conocer a nivel mundial gracias a la publicidad en el filme, pero hoy en día es una de las bebidas de este tipo con más categoría en el panorama internacional, hasta tal punto que se atreve a competir, incluso superar, a los licores escoceses, tradicionalmente los mejores.

 

Historia

En diciembre de 1918, cuando Masataka Taketsuru aterrizó en Glasgow (Escocia), decidió que iba a empaparse de la cultura local. Había llegado directo desde Japón con la intención de aumentar sus conocimientos en el mundo de la destilería – su familia era dueña de una destilería de sake desde hacía más de 150 años – para, posteriormente, trasladar todo lo aprendido a su país natal.

Trabajó, primero, en Longmorn, después en James Calder & Co.‘s Bo’ness y por último en Hazelburn antes de hacer las maletas y emprender el viaje de retorno. Era 1920. Ya en casa fue contratado por Shinjiro Torii, fundador de la destilería que hoy se conoce como Suntory, para que liderara su ambicioso proyecto.

Torii regentaba una tienda de venta de bebidas alcohólicas de importación desde 1899 y ocho años más tarde, en 1907, lanzó su vino de Oporto Akadama. La razón principal de contar con un vino de estas características era que tenía mucha demanda entre la población, ya que, previamente, había importado esta bebida de Portugal. Pronto se convirtió en el buque insignia.

En 1921 decide transformar su Torii Shoten, su tienda. en Kotobukiya para medrar a nivel empresarial.  Tan solo un par de años más tarde funda la destilería Yamazaki para empezar a elaborar el whisky de malta, que hoy lidera el mercado en el continente.

La relación entre Taketsuru y Torii se mantuvo estable durante una temporada, pero ambos tenían ideas diferentes acerca de la confección de esta bebida y sus caminos no tardaron en separarse. Así, en 1934, Taketsuru decide crear su propia firma: Dai Nippon Kaju K.K. – posteriormente rebautizada como Nikka – en la isla de Hokkaido, al norte del país.

Su periplo por Escocia le había llevado a entender que debía producir el whisky en unas condiciones similares a las de Escocia y Hokkaido guardaba muchas similitudes, especialmente climatológicas, que le ayudarían a igualar el producto.

La Segunda Guerra Mundial y los posteriores acontecimientos bélicos que azotaron el país llevaron a la quiebra a muchas destilerías, que bajaron la persiana. Además, el gobierno endureció los impuestos sobre el alcohol y la industria vivió una época muy oscura.

Superados los años más delicados, el producto volvió a emerger con fuerza. Suntory levantó la fábrica de malta más grande del planeta y su fama empezó a extenderse dentro y fuera del país hasta que, a finales del siglo pasado, esta bebida japonesa despuntó.

Características

Uno de los puntos fuertes en los que los japoneses basan la elaboración de sus whiskies es el agua. Como ocurre en casi todos los países, la bebida que se consume difiere del agua con la que se elabora y en Japón no es menos. Como perfeccionistas que son, los nipones utilizan agua muy pura con el objetivo de ser diferencial respecto de otros competidores. De ahí la obsesión que tenía Masataka Taketsuru en levantar su destilería en Hokkaido.

En este sentido, otra de las claves en este caldo que etiquetan en el país del Sol Naciente es la temperatura de fermentación. Dado que las destilerías se encuentran a una altura media superior, el whisky resultante es mucho más característico y con más sabor.

El bambú juega un papel determinante a la hora de aportar dulzor al whisky. Aunque no está demasiado extendido, en algunas destilerías filtran sus bebidas con estas plantas lo que hace que no sea tan áspero en la garganta.

Con todo, la característica principal del whisky japonés es la cebada. Mientras que los escoceses, por historia los maestros de este caldo, importan el cereal de otros países de Europa e incluso Estados Unidos, en el país asiático utilizan, en un porcentaje altísimo, la cebada escocesa.

Premios internacionales

Hemos mencionado previamente que Suntory y Nikka fueron las empresas pioneras en el arte de la creación de esta bebida espirituosa, pero hoy son, además, punteras en la calidad de sus productos. Tanto es así, que Suntory se ha llevado, otra vez, el premio al mejor single malt en los World Whiskies Awards de 2020 gracias a su The Hakushu de 25 años.

Este certamen anual, que coteja los mejores whiskies de todo el planeta, ha dejado en evidencia que Japón es la primera potencia productora de esta bebida. Al menos en cuanto a calidad se refiere.

Akira Kurosawa, Francis Ford Coppola y el whisky japonés

 La familia Coppola está estrechamente ligada a la marca Suntory. El famoso director de cine, Francis Ford Coppola, que ha dirigido The Godfather o Apocalypse Now, fue la estrella de unos comerciales de esta marca junto con Akira Kurosawa. El prolífico director asiático, que es reconocido por éxitos como ‘Los Siete Samuráis’, se juntó delante de la cámara con Coppola en los años 70 después de que Suntory contratarse a ambos para dar a conocer su nuevo producto.

La hija de Francis, Sofía, de la que hablamos al inicio, conocía esos anuncios que había rodado su padre y, suponemos que, a caballo entre un homenaje y una acción comercial, decidió replicar aquello en su oscarizada Lost In Translation.

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